2/8/16

las ciudades

A lo largo de la historia, las ciudades han sido los principales lugares de la diversidad humana, en los que personas de origen y cultura diferentes se reunían y convivían. Son lugares en los que se intercambian bienes e ideas, y éste siempre ha sido el principal motor del progreso económico y cultural humano. El latín y las lenguas derivadas del latín son las únicas en las que las palabras «ciudad», «ciudadano», «civil» y «civilización" están relacionadas entre sí.

En la actualidad, las ciudades también son los lugares en los que vive la gran mayoría de los europeos. Por lo tanto, es en ellas donde se conocen las personas de creencias, culturas o identidades étnicas diferentes. Si bien se celebran debates sobre el «multiculturalismo» a nivel nacional o europeo, es en las ciudades de Europa donde se vive día a día la realidad de unas sociedades culturalmente diversas, con toda su agitación y creatividad, y con todos sus problemas. 

El sentido de pertenencia a un lugar es un elemento fundamental para la formación de la identidad; éste puede ser el lugar en el que las personas viven en la actualidad, así como el lugar del que proceden. Al contribuir a definir el lugar de identidad, los dirigentes cívicos también pueden ayudar a cada residente a definir su propia identidad.

Por lo tanto, los representantes políticos y aquéllos que gobiernan las ciudades a nivel local tienen una responsabilidad particular. Los dirigentes nacionales pueden establecer el marco jurídico para sus acciones, y en cierto grado definir las condiciones del debate. Sin embargo, incumbe a los alcaldes y a los concejales municipales, en colaboración con los diversos grupos voluntarios, afrontar los problemas a medida que surjan. En último recurso, es con frecuencia su sabiduría, o su falta de sabiduría, lo que determina que las personas de una zona determinada puedan convivir pacíficamente, sin conflictos o sin un estrés imposible de gestionar.

Las ciudades son las máximas responsables de que las sociedades culturalmente diversas sean una sociedades abiertas, en las cuales las personas que pertenecen a diferentes grupos culturales, incluidas aquéllas a quienes se percibe como recién llegadas o residentes temporales, puedan sentirse en casa y aportar su propia contribución, a su manera, a la cohesión social de toda la ciudad. Por lo tanto, los poderes locales y regionales tienen un papel fundamental que desempeñar en el establecimiento de unas relaciones armoniosas entre los diferentes grupos comunitarios, y en la reducción de las tensiones que surgen con frecuencia en las líneas de intersección étnicas, religiosas o culturales. 

«Convivir» significa interactuar, y para que la convivencia sea pacífica y satisfactoria en las comunidades diversas, debe haber un diálogo entre los miembros de los diferentes grupos étnicos, religiosos y culturales. Evidentemente, éste es un proceso de doble sentido: la población mayoritaria debe aceptar a las minorías, mientras que estas últimas deben aceptar
determinadas «reglas del juego» locales y responsabilidades que tal vez sean nuevas para ellos. Este proceso de adaptación mutua puede suponer fricciones y dificultades, a las cuales deben hacer frente los poderes locales y regionales.