La primera palabra de la Iliada es menin, a
saber, la ira. “Canta, oh diosa, la ira del Pelida Aquikles”, leemos al
principio de la primera narración de la cultura occidental. La ira puede
cantarse aquí porque soporta, estructura, anima, vivifica. Es el medio heroico
por excelencia de la acción. La Ilíada es un canto de la ira. Esta ira es
narrativa, épica, porque produce determinadas acciones. En esto se distingue la
ira del enfado como efecto de las olas de indignación. La indignación digital
no puede cantarse. No es capaz de acción ni de narración. Más bien, es un estado
afectivo que no desarrolla ninguna fuerza poderosa de acción. La distracción
general, que caracteriza a la sociedad de hoy, no permite que aflore la energía épica de la ira. La cólera, en sentido enfático, es más que un estado
afectivo. Es una capacvidad de interrumpir un estado existente y de hacer que
comience un nuevo estado. La actual multitud indignada es muy fugaz y dispersa.
Le falta toda masa, toda gravitación, que es necesaria para acciones. No
engendra ningún futuro.
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