20/10/09

quina barra!

Lo de Millet y la Fundación Trias Fargas ha dado pie a un sonoro episodio de lo que Jordi Pujol describía, cuando presidía el Gobierno catalán, como la táctica de l'empastifada. Acosado en varias ocasiones por asuntos que terminaron en ceses de algunos de sus consejeros, Pujol se defendía recriminando a su vez a la oposición de izquierdas que lanzara innobles acusaciones o sospechas de deshonestidad contra el Gobierno de CiU para distraer la atención de los ciudadanos sobre sus propias debilidades y la carencia de alternativas políticas.
Sostenía entonces Pujol que con esa técnica se desgastaba quizá al Gobierno de CiU, pero al precio de desprestigiar irresponsablemente a la globalidad de los actores políticos. Quien, sin embargo, acaba de recurrir ahora mismo a este método ha sido justamente el director de una plataforma de Convergència Democràtica, la Fundación Trias Fargas, Agustí Colomines, a la que el escándalo Millet ha situado como receptora de unos fondos que nunca debió recibir. A Colomines no se le ha ocurrido otra defensa que acusar a las fundaciones de los demás partidos, sin prueba alguna, de recibir también fondos de origen inconfesable.
Ver ahora cómo los convergentes practican contra la izquierda nada menos que la en otro tiempo denostada táctica de l'empastifada es una de las cosas que todavía no había deparado la ya bastante larga travesía del desierto de los herederos del pujolismo. Una novedad casi del mismo calibre que la de ver convertido en independentista al partido de Miquel Roca.